El rol de la Diplomacia Anticipatoria
en el desarrollo de mecanismos de gobernanza de tecnologías
emergentes como la geoingeniería solar
Por
María Inés Carabajal
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; y Universidad de
Buenos Aires.
y
Karina Pombo
Asesora de Cooperación Internacional de la Organización
de Estados Iberoamericanos.
Cambio climático y tecnologías emergentes:
En el año 2015, 195 países firmaron el Acuerdo de París, comprometiéndose a reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para limitar el calentamiento global a 1.5ºC
sobre niveles preindustriales. Esto requiere alcanzar cero emisiones para 2050. Traspasar el
umbral de 1.5ºC puede traer efectos cascada que afectarán a la especie humana y al sistema
planetario. Por este motivo, la acción climática se torna urgente para evitar los peores
impactos del cambio climático y lograr un desarrollo sustentable.
La magnitud del desafío ha llevado a la comunidad científica y a otros actores a considerar
soluciones tecnológicas más radicales y controvertidas para enfrentar el cambio climático,
como la Geoingeniería Solar o Manejo de la Radiación Solar (MRS). El MRS es un conjunto
de tecnologías emergentes de escala planetaria para la disminución de la temperatura global.
Uno de los métodos más estudiados es la inyección de aerosoles en la estratósfera (SAI en
inglés), que se focaliza en la dispersión de partículas (ej. Dióxido de Azufre) para formar una
media sombra que refleje parte de la energía solar que llega a la Tierra y así reducir la
temperatura. La tecnología SAI busca imitar procesos naturales como la erupción de los
volcanes. Por ejemplo, en 1991 la erupción del Volcán Pinatubo en Filipinas y el
esparcimiento de sus cenizas volcánicas a gran escala provocó la reducción de la temperatura
del planeta en 0.5ºC por el término de dos años aprox. Si bien esta tecnología no aborda las
causas fundamentales del cambio climático, que es la necesidad de reducir emisiones,
permitiría ganar tiempo para seguir avanzando con la descarbonización.
Hay un amplio reconocimiento de que el MRS conlleva riesgos, altos niveles de
incertidumbre y que su investigación es fundamentalmente teórica. Entonces, más
investigaciones se requieren para analizar sus potenciales impactos, esperados y no
esperados, positivos y negativos, a escala global y sus implicancias a escala regional y local.
Dado su carácter controvertido, la investigación en MRS está generando debates
especialmente en la dimensión socio-política, ética y de gobernanza. Algunos argumentos
han sugerido que una mayor atención a este tipo de intervenciones puede disuadir los
esfuerzos globales de reducción de GEI, caracterizado como “Riesgo moral”. En contraposición, otros señalan que frente a la posibilidad de superar el 1.5ºC, “overshoot” y
las consecuencias que esto traería, la investigación en MRS es un “imperativo moral”. Ya que
las poblaciones más vulnerables son las que más sufren los impactos del cambio climático.
Otros consideran que el carácter planetario de el MRS planta desafíos para una gobernanza
eficaz, Se plantean algunas cuestiones importantes: ¿quién decidiría si desplegarlo o no?
¿Cómo se tomaría esa decisión y bajo qué condiciones? Hasta la fecha, no se han creado
mecanismos internacionales para gestionar la complejidad de esta tecnología, y su
gobernanza potencial sigue siendo poco entendida.
El MRS presenta muchas brechas de conocimiento e incertidumbre. La evaluación de los
riesgos podría cambiar en escenarios futuros de aceleración de los impactos del cambio
climático si no se alcanza la meta de cero emisiones para 2050. El MRS, entonces, es
presentado dentro de un conjunto de estrategias, no como sustituto sino como complemento a
la descarbonización.
La diplomacia anticipatoria frente a problemas globales y complejos
El avance acelerado de la ciencia y la tecnología impone grandes desafíos sociales, políticos,
económicos y de gobernanza. Los retos son mayores cuando los problemas trascienden
fronteras geográficas y requieren colaboraciones transectoriales, como sucedió durante la
pandemia de Covid-19. Anticiparse a escenarios futuros es complejo y desafiante, requiere
gran flexibilidad para adaptarse a cambios inesperados en procesos de gran incertidumbre.
Aquí, la ciencia juega un rol fundamental en tanto que aporta evidencia científica sobre
posibles acontecimientos futuros, pero debe integrarse con la diplomacia para desarrollar
enfoques e ideas innovadoras, fomentando así una ”diplomacia anticipatoria”.
El carácter anticipatorio de este tipo de Diplomacia asume un rol proactivo y orientado a la
acción que no solo se adelanta a los acontecimientos, sino que también se adapta a los nuevos
desafíos, previendo las potenciales controversias que puede traer el desarrollo de avances
científicos y tecnológicos. Prever y diseñar marcos de gobernanza innovadores e inclusivos
requiere tener en cuenta las estrategias y prioridades a nivel nacional, regional y multilateral
que gestionen de manera adecuada y justa las implicaciones geopolíticas asociadas. La
anticipación también estimula la creatividad colectiva para fomentar la colaboración
internacional y construir marcos institucionales que puedan analizar riesgos y beneficios,
aprovechar las oportunidades y gestionar los riesgos de las innovaciones tecnológicas.
Este proceso implica el desarrollo de nuevas habilidades profesionales tanto de los científicos/as
como de los tomadores/as de decisiones, basadas en liderazgos horizontales, inclusivos a través
de la deliberación colectiva y la identificación de valores y experiencias compartidas. Para ser
exitosa la diplomacia científica anticipatoria tiene que ser intergubernamental, intersectorial y
transdisciplinaria para dar respuesta a problemas complejos, abordando colectivamente los
desafíos de la innovación tecnológica y el desarrollo de la ciencia en la actualidad.
Entendida de esta manera, este tipo de diplomacia puede ser un enfoque para el abordaje del
MRS dentro un marco más amplio de estrategias de mitigación y adaptación al cambio
climático. No hay una bala de plata para un problema global y complejo, el mismo requiere
de múltiples y continuas deliberaciones para construir marcos y consensos participativos y
transparentes. Sin embargo, la gobernanza de la diplomacia científica para que sea ordenada,
precisa debe estar asociada y en lo posible conducida con la política exterior y la política
científica, de un país o de una región.
La diplomacia anticipatoria y los desafíos en y desde América Latina
La mayor parte de las investigaciones realizadas sobre MRS se han centrado en el Norte
Global, lo mismo lo que refiere a la diplomacia anticipatoria. Esto impone más desafíos a la
región latinoamericana y del Caribe para generar capacidades científicas, técnicas y políticas propias y así poder participar activamente en las discusiones sobre temas que en definitiva nos conciernen
a todos. América Latina y el Caribe ya está experimentando los impactos severos del cambio climático y
el acceso a información y financiamiento para la acción climática a través del fondo de
pérdida y daños se vuelve cada vez más urgente y necesario. El debate sobre el rol que puede
(o no) ocupar el MRS dentro de un conjunto de respuestas al cambio climático requiere de
más conocimiento, capacidades y acceso a evidencia científica para una participación
informada en discusiones complejas que están avanzando a paso acelerado.
En los últimos años, se han producido muchos avances como demuestran las publicaciones
internacionales de PNUMA, UNESCO-COMEST, IPCC, y los debates en foros multilaterales
como CoP 28 y UNEA 6. En este sentido, crear capacidades para tomar decisiones
informadas y fomentar la colaboración para nutrir los procesos multilaterales de ciencia y
política es clave. Caso contrario, estar al margen de las discusiones también puede
generar un riesgo de desinformación y vulnerabilidad por la falta de acceso a
conocimiento experto sobre el tema.
La diplomacia científica anticipatoria en América Latina podría jugar un rol central por su
capacidad de promover colaboraciones Norte-Sur y Sur-Sur, para la generación de
conocimiento científico como también para el fortalecimiento de la comunicación y
co-producción de conocimiento entre actores locales y globales. Abrir la discusión no
implica posicionarse a favor del despliegue de la tecnología sino más bien a la búsqueda
de un debate más amplio, informado que pueda anticipar el futuro, ayudar a
construirlo y orientarlo. Por lo tanto, la diplomacia científica anticipatoria puede ser una
herramienta crucial en el desarrollo de las investigaciones, discusiones y evaluaciones del
MRS para garantizar que la misma se realice de manera ética, segura y en consenso
internacional. Este enfoque de cuestiones emergentes puede beneficiar a las regiones más
vulnerables y abordar tanto los riesgos como las oportunidades frente el cambio climático.
Responding to climate change:
The role of Anticipatory Science Diplomacy in developing governance mechanisms for emerging solar
geoengineering technologies.
By: María Inés Carabajal (National Scientific and Technological Research Council (CONICET); University of Buenos Aires, Argentina) and Karina Pombo (International Cooperation Advisor for the Organization of Ibero-American States-OEI.)
Climate change and emerging technologies
In 2015, 195 countries signed the Paris Agreement, committing to reducing greenhouse gas
emissions to limit global warming to 1.5ºC above pre-industrial levels. Achieving this
goal requires reaching net zero emissions by 2050. Exceeding the 1.5ºC threshold could have cascading
effects that will endanger the human species and the planetary system. Therefore, urgent
climate action is essential to prevent the worst impacts of climate change and to achieve the
Sustainable Development Goals.
The magnitude of this challenge has led the scientific community and other actors to consider
radical and controversial technological solutions, such as Solar Geoengineering or Solar
Radiation Modification (SRM), to counteract the effects of climate change. SRM is a set of
emerging, planetary-scale technologies aimed at lowering average temperatures. The most
prominent and widely studied method is Stratospheric Aerosol Injection (SAI), which
involves the deployment of particles into the stratosphere (e.g., sulfur dioxide) to create an
umbrella that reflects the sunlight back into space and reduces the Earth’s temperature. SAI
would mimic natural processes like volcano eruptions, such as the 1991 eruption of Mount
Pinatubo in the Philippines, which discharged sulfur dioxide, resulting in a temperature
reduction of around 0.5°C in the following two years. This technology does not address the
root cause of climate change – namely greenhouse gas emissions – but it could buy time to
advance the decarbonization efforts.
There is widespread recognition that SRM carries significant risks and high levels of
uncertainty, and up until today, its research has been largely theoretical. Therefore, more research is
needed to understand the intended and unintended impacts, potential benefits and harms, and
their implications at global, regional, and local scales. Given SRM’s controversial nature, its
investigation has triggered debates, particularly regarding its socio-political, ethical, and
governance dimensions. Some argue that focusing on this kind of intervention could distract
global efforts to reduce those emissions labeled as a “moral hazard.” Conversely, other voices point
out that given the high likelihood of exceeding the 1.5ºC threshold – known as overshoot –
and the consequences it would trigger, SRM research becomes a “moral imperative.”
Vulnerable communities, less responsible for the climate crisis, will suffer its impacts the
most. Other arguments emphasize that SRM´s planetary-scale intervention poses challenges
for effective governance. Some important questions arise: who would decide to deploy it or
not? How would such a decision be made and under what conditions? To this date, no
international mechanisms have been created to manage the complexity of this technology,
and its potential governance remains poorly understood.
SRM has many knowledge gaps and uncertainties. Risk assessments could change in future
scenarios of accelerated climate change impacts if the net zero target is not achieved by 2050.
Therefore, SRM is highlighted as a complement to decarbonization within a portfolio of
climate change mitigation and adaptation strategies.
The role of Anticipatory Diplomacy in facing complex and global problems
Breakthroughs in science and technology, advancing at an accelerated pace, pose several
socio-political, economic, and governance challenges to society. These challenges transcend
geographical boundaries and require international and trans-sectoral collaboration, similar to
the global response to the COVID-19 pandemic. Anticipating future scenarios is complex and
challenging, requiring flexibility to adapt to unexpected transformations in contexts of high
uncertainty. Here, science plays a crucial role by providing scientific evidence on potential
future events but it must be integrated with diplomacy to develop innovative approaches and
ideas, thereby fostering “Anticipatory Diplomacy.”
The anticipatory nature of this type of diplomacy involves a proactive and action-oriented
approach that not only stays ahead of future events but also adapts to new challenges,
foreseeing potential controversies arising from breakthroughs in science and technology.
Envisioning and designing innovative and inclusive governance frameworks requires
considering national, regional, and multilateral strategies and priorities that adequately and
fairly manage the associated geopolitical implications. Anticipation also stimulates collective
creativity to foster international collaboration, build institutional frameworks that can assess
risks and benefits, take advantage of emergent opportunities, and manage the risks associated
with technological innovations.
This process implies the development of new professional expertise and skills among both
scientists and decision-makers, based on horizontal and inclusive leadership through
collective deliberation and shared values and experiences. To be successful, anticipatory
science diplomacy must be intergovernmental, intersectoral, and transdisciplinary, enabling it
to respond to complex problems and collectively address the challenges of technological
innovation and the development of science today.
Understood in this way, this type of diplomacy can be an effective approach for addressing
SRM within a broader framework of climate change mitigation and adaptation strategies.
There is no silver bullet for solving a global and complex problem; continuous deliberations are needed to build participatory, transparent frameworks and achieve consensus. Still, for
science diplomacy to be precise and effective, its governance must be closely aligned with a
country’s or region’s foreign and science policies.
Anticipatory diplomacy and the challenges in and from Latin America
Much research on SRM and anticipatory diplomacy has been done in the Global North. This
poses additional challenges for Latin America, as the region needs to build its own scientific,
technical, and political capacities to actively engage in discussions on issues that will
ultimately affect us all. Latin America is already experiencing the severe impacts of climate
change. Therefore, access to information and funding for climate action through the Loss and
Damage Fund is more urgent and necessary than ever. The debate on the role that SRM may
or may not play in a portfolio of responses to climate change requires more knowledge, skills,
and access to evidence-based information to ensure informed participation in an
unprecedentedly complex discussion.
In recent years, significant advances have been made in global discussions and debates on
SRM, as evidenced by international reports and publications (UNEP, UNESCO/COMEST,
IPCC) and multilateral forums (CoP28 and UNEA 6). Therefore, building capacity for
informed decision-making and fostering collaboration to nurture multilateral science and
policy processes are critical. Otherwise, remaining on the margins of the discussions may
lead to the risk of misinformation and vulnerability due to a lack of access to expert
knowledge on the subject.
Anticipatory Science Diplomacy in Latin America and the Caribbean could play a pivotal role in fostering North-South and South-South collaborations to generate scientific knowledge and strengthen
communication and co-production of knowledge between local and global actors. Opening
up the discussion does not mean endorsing technological deployment but rather seeking
a more comprehensive and informed debate to anticipate, shape, and guide the future.
Accordingly, Anticipatory Science Diplomacy can be a crucial tool in developing SRM
research, discussions, and assessments to ensure that studies are conducted ethically, safely,
and with international consensus. This approach to emerging issues can benefit the most
vulnerable regions and addresses both risks and opportunities in the face of climate change.