La Diplomacia Científica es un proceso multidimensional y complejo, que desde el contexto de América Latina y el Caribe, vincula la mirada de diversos actores, culturas y perspectivas. Este proceso a su vez se encuentra tensionado por influencias hegemónicas, contextos geopolíticos, así como desafíos económicos y sociales. Los países de nuestra región, así como otros países emergentes, ven en los esquemas de Diplomacia Científica una oportunidad para robustecer sus sistemas de ciencia, tecnología e innovación (CTI), así como para promocionar agendas e intereses de política exterior, que apunten a aspectos centrales del desarrollo como la construcción de capacidades, acceso a recursos e infraestructura de primer nivel, intercambio de expertos y expertas, fortalecimiento de instituciones y esquemas de gobernanza, entre otros. En especial, se busca impulsar políticas y programas que permitan acercar a los países latinoamericanos y del Caribe a economías del conocimiento para abrir nuevos mercados y alcanzar una competitividad global. Los esquemas de Diplomacia Científica apoyan el fortalecimiento de la ciencia generada en esta zona geográfica con el fin de trasladarla desde la “periferia”, impulsando la inclusión de equipos de investigación de la región en megaproyectos de interés transnacional.
En Latinoamérica y el Caribe los actores no tradicionales de la diplomacia, entre ellos los gobiernos regionales y actores subestatales (ie. paradiplomacia) ganan cada vez más terreno. Dentro de éstos resaltamos el rol de las universidades, centros de investigación, las comunidades epistémicas y actores de la sociedad civil. Sin embargo, uno de los actores que ha impulsado la presencia de la Diplomacia Científica en nuestro contexto son las redes. Estas pueden ser formales o informales, donde los participantes se agrupan y comparten iniciativas de manera solidaria, siguiendo esquemas de colaboración “ganar-ganar”. Estas redes agrupan a investigadores e investigadoras y pueden incluir a entidades de gobierno, comunidades científicas en diáspora, representantes de asociaciones, entre otros actores. Para poder dar frutos, estas redes requieren de vínculos significativos basados en la confianza, el intercambio y apoyo mutuo entre sus participantes.
Más allá de las tensiones hegemónicas, Latinoamérica y el Caribe se ha apoyado en esquemas multilaterales y bloques regionales o subregionales para avanzar agendas comunes entre los países de la región. Incluso importantes bloques regionales como MERCOSUR, Alianza del Pacífico y el SICA cuentan con iniciativas propias para el fortalecimiento de la ciencia, la tecnología y la innovación, articulando estos enfoques a intereses para el desarrollo tanto económico como social. Una de las estrategias que más ha promovido la vinculación y articulación de grupos científicos a proyectos y colaboraciones intrarregionales, han sido los programas de fomento, movilidad, formación de alto nivel y construcción de capacidades liderados por los mencionados bloques, priorizando áreas de interés para los gobiernos de la región. Sin embargo, se hace necesario revisar el impacto que han tenido estos programas y la incidencia a nivel de política exterior.
La Diplomacia Científica en América debe verse desde una perspectiva situada: nos encontramos en el siglo XXI y en plena sociedad del conocimiento. Asimismo, los esquemas de Diplomacia Científica deben reconocer la riqueza cultural, la diversidad multiétnica en nuestra región y comprender la relevancia de la responsabilidad y proyección social de estas iniciativas: se requiere escuchar las voces de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, y reconocer su valor como actores generadores de conocimiento, tal y como lo exponen Echeverría King et al. (2021). Se hace necesario dejar atrás condicionantes históricas y patrones jerarquizantes impuestos en otros períodos de nuestra historia. La idea es que América Latina y el Caribe se pueda insertar de manera proactiva, articulada, crítica y reflexiva a la lógica de la Diplomacia Científica y evitar posiciones pasivas en esquemas transnacionales. Es imperativo que nuestra región pueda avanzar en sus procesos de Diplomacia Científica por medio de bloques regionales para aunar esfuerzos en la búsqueda de soluciones para problemas de nuestra región desde una perspectiva local, priorizando su autonomía y sus intereses.
Science Diplomacy from an Endogenous Perspective: Approaches and Developments
By: Luisa Echeverría and Pedro Figueroa.
Science Diplomacy is a multidimensional and complex process which, in the context of Latin America and the Caribbean, links the viewpoint of diverse actors, cultures and perspectives. This process is strained by hegemonic influences, geopolitical contexts, as well as economic and social challenges. The countries of our region, as well as other emerging countries, see in Science Diplomacy schemes an opportunity to strengthen their science, technology and innovation (STI) systems, as well as a strategy to promote foreign policy agendas and interests, which can target central aspects of development such as capacity building, access to first level resources and infrastructure, exchange of experts, strengthening of institutions and governance schemes, among others. In particular, it seeks to promote policies and programs to bring Latin American and Caribbean countries closer to knowledge economies in order to open new markets and achieve global competitiveness. Science Diplomacy schemes support the strengthening of science generated in this geographical area in order to transfer it from the “periphery”, promoting the inclusion of research teams from the region in mega-projects of transnational interest.
In Latin America and the Caribbean, non-traditional actors of diplomacy, including regional governments and sub-state actors (ie. paradiplomacy), are gaining more ground. Among these, we highlight the role of universities, research centers, epistemic communities and civil society actors. However, one of the actors that has boosted the presence of Science Diplomacy in our context is the networks. These can be formal or informal, where participants gather and share initiatives in solidarity, following win-win collaboration schemes. These networks bring together researchers and may include government entities, scientific communities in diaspora, and representatives of associations, among other actors. In order to advance, these networks require meaningful links based on trust, exchange and mutual support among their participants.
Beyond hegemonic tensions, Latin America and the Caribbean has relied on multilateral schemes and regional or sub-regional blocs to advance common agendas among the countries of the region. Even important regional blocs such as MERCOSUR, the Pacific Alliance and SICA have their own initiatives for strengthening science, technology and innovation, articulating these approaches to interests for both economic and social development. One of the strategies that has most promoted the linkage and articulation of scientific groups to intra-regional projects and collaborations has been the programs of promotion, mobility, high-level training and capacity building led by the aforementioned blocs, prioritizing areas of interest for the governments of the region. However, it is necessary to review the impact of these programs and their incidence at foreign policy level.
Science Diplomacy in the Americas should be seen from a situated perspective: we are in the 21st century and in the midst of the knowledge society. Likewise, Science Diplomacy schemes must recognize the cultural richness, the multiethnic diversity in our region and understand the relevance of the responsibility and social projection of these initiatives: it is necessary to listen to the voices of peasant, indigenous and afro-descendant communities and recognize their value as actors generating knowledge, as stated by Echeverría King et al. (2021). It is necessary to leave behind historical conditioning factors and hierarchical patterns imposed in other periods of our history. The idea is that Latin America and the Caribbean can insert itself with a proactive, articulated, critical and reflexive strategy into the logic of Science Diplomacy and avoid passive positions in transnational schemes. It is imperative to advance our region in its Science Diplomacy processes through regional blocs to join efforts in the search for solutions to regional problems from a local perspective, prioritizing its autonomy and interests.