Por
Félix Moronta
Hace tres años sostuve una acalorada discusión. Puse sobre la mesa la evidencia científica del aumento de la contaminación por mercurio en los mares del Ártico. Esa evidencia fue sistemáticamente menospreciada por representantes de las industrias y por países como Brasil y China. Por otra parte, la Unión Europea y Rusia parecían más afines a mis argumentos. Otros países y regiones, en cambio, no querían inmiscuirse. Fue una discusión compleja, estresante y a ratos frustrante. Menos mal que fue una simulación.
El Juego del Mercurio lo desarrollamos en 2017 durante el curso de verano en Diplomacia Científica impartido por la Academia Mundial de Ciencias (TWAS) y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) en Trieste, Italia. El juego nos permitió explorar las consecuencias de representar la incertidumbre científica de diversas formas en un contexto político. Las diversas fuentes de información técnica, las estrategias para representar el riesgo y la incertidumbre junto con el equilibrio entre consideraciones científicas y políticas, nos dejó a los participantes una enseñanza que perdura.
Después de siete cursos de verano, tres talleres temáticos y dos talleres regionales de diplomacia científica, la TWAS llevó a cabo la primera reunión de ex-alumnos. Entre los más de 300 participantes de unos 80 países que participaron en estos 12 eventos a nivel mundial, seleccionaron 30 para brindar sus contribuciones a esta primera reunión, sobre el impacto del programa en sus vidas. En ese selecto grupo estuvimos incluidos Antonethe Castañeda y yo, miembros de DiploCientifica – la Red de Diplomacia Científica en Latinoamérica y el Caribe.
El evento, que se llevó a cabo virtualmente del 9 al 12 de noviembre de 2020, se diseñó para medir el impacto que habían tenido en nuestras comunidades el haber participado de este programa. Mejoras en las habilidades de negociación, cooperación con los formuladores de políticas, cómo presentar consejos en reuniones de alto nivel, habilidades de liderazgo y la capacidad de atraer más fondos para proyectos de interés mundial, fueron algunos de los impactos declarados por los participantes.
Antonethe Castañeda presentó a DiploCientifica. Su presentación está disponible aquí. Esta iniciativa despertó un interés enorme entre los participantes y entre el personal de la TWAS. De hecho, durante todos los días del evento, fueron numerosos los comentarios positivos y las referencias a esta red regional. Colegas de otros países mostraron su interés en saber cómo replicar la experiencia en sus respectivas regiones.
Por otra parte, me tocó dar una presentación sobre mi experiencia personal con la diplomacia científica. En pocos minutos sinteticé cómo esta disciplina me ha ayudado, después de 12 años realizando investigación científica en microbiología, a encontrar un camino profesional más allá de la academia. Un camino que me está dejando muchas satisfacciones profesionales. Y que me ha hecho conocer nuevos amigos, como los de esta nueva red latina. La charla está disponible aquí.
Una parte de esta reunión estuvo enfocada en la comunicación científica. La sesión «Diplomacia Científica Digital» trató sobre la importancia de Twitter en la comunicación de mensajes claves. Luego de una corta pero importante charla introductoria, se nos instó a desarrollar un producto propio de comunicación, particularmente en la forma de un GIF animado. Parte de los participantes compartieron en Twitter sus creaciones bajo la etiqueta #SciDipAlumni. El GIF que creé para la DiploCientifica puede ser visto aquí.
Los participantes trabajamos en equipos para evaluar los impactos del programa en la percepción, en las actividades y acciones de diplomacia científica en nuestras redes. Además, mediante la dinámica de lluvia de ideas, propusimos cómo mejorar el contenido del programa para potenciar su impacto. Y, lo más importante, discutimos sobre cómo fundar una asociación formal de egresados de este programa.
La idea es mancomunar a todo el grupo de egresadas y egresados para compartir experiencias y conocimientos a lo largo de los años. La implementación de esta asociación de ex-alumnos del programa de diplomacia científica de la TWAS/AAAS nos permitirá afrontar escenarios reales parecidos a los del Juego del Mercurio. Y, lo más importante, asegurará que la enseñanza perdure.
Science Diplomacy: the TWAS/AAAS summer course, a learning experience that endures.
By: Félix Moronta
Translation by: Laura Galvis.
Three years ago, I had a heated discussion. I put on the table the scientific evidence about the increasing mercury pollution in the Arctic seas. That evidence was systematically disregarded by industry representatives and by countries such as Brazil and China. On the other hand, the European Union and Russia seemed more sympathetic to my arguments. Other countries and regions, however, did not want to get involved. It was a complex, stressful and sometimes frustrating discussion. Fortunately, it was a simulation.
We developed the Mercury Game in 2017 during the summer course on Science Diplomacy in Trieste, Italy; organized by the World Academy of Science (TWAS) and the American Association for the Advancement of Science (AAAS). The game enabled us to explore the consequences of representing scientific uncertainty in various ways within a political context. The diverse sources of technical information, the strategies to represent risk and uncertainty, and the balance between scientific and political considerations, provided the participants with a learning that endures.
After seven summer courses, three thematic workshops and two regional science diplomacy workshops, TWAS held the first alumni meeting. Among the more than 300 people from some 80 countries who participated in these 12 global events, 30 were selected to provide their contributions to this first meeting about the impact of the program on their lives. This select group included Antonethe Castañeda and myself, members of DiploCientifica – the Latin American and Caribbean Network for Science Diplomacy.
The event, which took place virtually from November 9-12, 2020, was designed to measure the impact that participating in this program had on our communities. Improvements in negotiation skills, cooperation with policy makers, how to present advice at high-level meetings, leadership skills, and the ability to attract more funding for projects of global interest were some of the impacts indicated by participants.
Antonethe Castañeda presented the DiploCientifica network. Her presentation is available here. This initiative generated enormous interest among participants and the TWAS staff. In fact, during all the days of the event, there were numerous positive comments and references to this regional network. Colleagues from other countries showed their interest in knowing how to replicate the experience in their regions.
Then, it was my turn to give a presentation on my personal experience with science diplomacy. In few minutes, I summarized how this discipline has helped me, after 12 years of scientific research in microbiology, to find a professional path beyond academia. A path that is giving me several professional satisfactions. And that let me meet new friends, like those of this new Latinamerican network. The talk is available here.
A part of this meeting was focused on scientific communication. The session “Digital Science Diplomacy” dealt with the importance of Twitter in the communication of key messages. After a short but important introduction talk, we developed our own communication product, particularly in the form of an animated GIF. Some of the participants shared their creations on Twitter under #SciDipAlumni. The GIF I created for DiploCientifica may be seen here.
The participants worked in teams to evaluate the impacts of the program on the perception, activities and actions of science diplomacy in our networks. In addition, through brainstorming, we proposed how to improve the content of the program to enhance its impact. And, most importantly, we discussed how to establish a formal association of graduates of this program.
The idea is to bring together all the graduates to share experiences and knowledge over the years. The implementation of this association of TWAS science diplomacy alumni will lead us to face real scenarios similar to those of the Mercury Game. And, most importantly, it will ensure that the learning endures.